LA BARONESA LIBRERIA

Leer los cuentos de Alejandra es emprender un viaje iniciático en dos sentidos; uno interior porque sus historias comparten detalles cotidianos, fotos y diálogos familiares, con los que nos lleva a reflexionar sobre nuestra vida, y también un viaje a Oriente porque encontramos las huellas de su padre japonés en esa danza de sabores con arroz, pescado fresco, espinacas con semillas de sésamo, nori y té. Japón vive en las pequeñas ceremonias, en el valor de los silencios y en una forma diferente a la occidental de pensar la muerte: “La idea de la muerte siempre fue muy distinta en mi casa. No era lo opuesto a la vida, sino una parte de ella”, relata Kamiya en “Partir”. 


La naturaleza está muy presente en los cuentos; los árboles, el bosque, los pájaros. Y también el tiempo, el viento, el rocío, las tormentas. “Cuando entra al bosque siempre siente que vuelve a algo. Aún hechos de diferentes plantas, todos los bosques son el mismo bosque”, narra Alejandra en “El pozo”. En "Los gestos de la sal", "lo único que ocurre es el viento". 

Los relatos de Kamiya también son “espantosamente bellos”, como describe el padre a los aviones de guerra en “Partir”.


Leer a Alejandra es inaugurar una mirada, redescubrir lo simple, llegar al hueso, a las raíces y conmoverse con eso.

Analía Ávila

Nota completa:

https://www.agenciapacourondo.com.ar/fractura/alejandra-kamiya-espero-volverme-cada-vez-mas-austera-no-solo-en-mi-escritura-sino-en-mi



Los árboles caídos también son el bosque, Alejandra Kamiya

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Leer los cuentos de Alejandra es emprender un viaje iniciático en dos sentidos; uno interior porque sus historias comparten detalles cotidianos, fotos y diálogos familiares, con los que nos lleva a reflexionar sobre nuestra vida, y también un viaje a Oriente porque encontramos las huellas de su padre japonés en esa danza de sabores con arroz, pescado fresco, espinacas con semillas de sésamo, nori y té. Japón vive en las pequeñas ceremonias, en el valor de los silencios y en una forma diferente a la occidental de pensar la muerte: “La idea de la muerte siempre fue muy distinta en mi casa. No era lo opuesto a la vida, sino una parte de ella”, relata Kamiya en “Partir”. 


La naturaleza está muy presente en los cuentos; los árboles, el bosque, los pájaros. Y también el tiempo, el viento, el rocío, las tormentas. “Cuando entra al bosque siempre siente que vuelve a algo. Aún hechos de diferentes plantas, todos los bosques son el mismo bosque”, narra Alejandra en “El pozo”. En "Los gestos de la sal", "lo único que ocurre es el viento". 

Los relatos de Kamiya también son “espantosamente bellos”, como describe el padre a los aviones de guerra en “Partir”.


Leer a Alejandra es inaugurar una mirada, redescubrir lo simple, llegar al hueso, a las raíces y conmoverse con eso.

Analía Ávila

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