LA BARONESA LIBRERIA
La poesía suele tener una escena recurrente erigida en santuario de esa rememoria que la escribe y la multiplica, no como un arquetipo simbólico sino como una huella en el cuerpo imborrable mientras viva. La búsqueda de esa huella no siempre es un retorno a la infancia y sus ratos felices, no es una búsqueda de la memoria como dicha perdida. La escena perenne de Vielsi Arias es una casa recostada al vacío en que se desmorona, convertida en paisaje interior de una crueldad del destino, de un dolor estacionario, de una tristeza que le corresponde por heren- cia y linaje. En ella el sujeto central es la mujer siempre presente como cuidadora de una luz, una pequeña llama que se asemeja al alma a través de sus umbrales, su sucesión de puertas que se caen, es decir, de casas y de mujeres que se han sido. La autobiografia se convierte en autogeografia de unos lugares leves, que el poema abrevia y condensa como instantes fotográficos en un continuo claroscuro. Poesía de un dolor exorcizado por la belleza de dejarse contemplar desde lo lejos, comprendiendo que esa lejanía vive y convive en sus adentros.
colección poesía acirema
La poesía suele tener una escena recurrente erigida en santuario de esa rememoria que la escribe y la multiplica, no como un arquetipo simbólico sino como una huella en el cuerpo imborrable mientras viva. La búsqueda de esa huella no siempre es un retorno a la infancia y sus ratos felices, no es una búsqueda de la memoria como dicha perdida. La escena perenne de Vielsi Arias es una casa recostada al vacío en que se desmorona, convertida en paisaje interior de una crueldad del destino, de un dolor estacionario, de una tristeza que le corresponde por heren- cia y linaje. En ella el sujeto central es la mujer siempre presente como cuidadora de una luz, una pequeña llama que se asemeja al alma a través de sus umbrales, su sucesión de puertas que se caen, es decir, de casas y de mujeres que se han sido. La autobiografia se convierte en autogeografia de unos lugares leves, que el poema abrevia y condensa como instantes fotográficos en un continuo claroscuro. Poesía de un dolor exorcizado por la belleza de dejarse contemplar desde lo lejos, comprendiendo que esa lejanía vive y convive en sus adentros.
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