LA BARONESA LIBRERIA
La poeta y traductora colombiana Lauren Mendinueta, quien reside en Portugal desde hace casi dos décadas, mastica con facilidad los problemas recurrentes que atraviesan la literatura latinoamericana. Entre dichos tópicos, llaman la atención la escisión del cuerpo y el alma, el dolor en el exilio; porque dejar su patria no es suficiente: la templanza la alcanza —de a momentos— en el acto de escribir. Comparte con ella (la escritura) su propia historia, sombría, revivida por la recopilación editorial, que, mediante esta antología, atraviesa los diferentes momentos de su vida. En este recorrido habita, además de payasos y otras criaturas, una poesía clara, con imágenes e historias, sin dejar atrás la denuncia como un valor literario. El magnetismo de su obra atrae al espectador, envuelto en la neblina oscura, que cuenta con la tierna melancolía, enterneciendo la experiencia.
Breve descripción del país que fue mío:
primero estaba el jardín,
después estaba la casa y otra vez el jardín.
Y nosotros en el centro de todo,
mis padres, mis hermanos,
nuestros inocentes crímenes y yo.
La casa con sus muebles y libros
todo lo guardaba.
Y alargando la mano hacia nosotros
estaba el mundo
—sólo mis padres parecían notarlo—.
De tarde en tarde,
para olvidar el canto de los pájaros en celo,
yo me recostaba sobre una manta y leía.
El brillo de esos cantos permanece.
La culpa que late en un costado del corazón,
permanece.
Jardín. Casa. Jardín.
Ese país ya no es mío.
La poeta y traductora colombiana Lauren Mendinueta, quien reside en Portugal desde hace casi dos décadas, mastica con facilidad los problemas recurrentes que atraviesan la literatura latinoamericana. Entre dichos tópicos, llaman la atención la escisión del cuerpo y el alma, el dolor en el exilio; porque dejar su patria no es suficiente: la templanza la alcanza —de a momentos— en el acto de escribir. Comparte con ella (la escritura) su propia historia, sombría, revivida por la recopilación editorial, que, mediante esta antología, atraviesa los diferentes momentos de su vida. En este recorrido habita, además de payasos y otras criaturas, una poesía clara, con imágenes e historias, sin dejar atrás la denuncia como un valor literario. El magnetismo de su obra atrae al espectador, envuelto en la neblina oscura, que cuenta con la tierna melancolía, enterneciendo la experiencia.
Breve descripción del país que fue mío:
primero estaba el jardín,
después estaba la casa y otra vez el jardín.
Y nosotros en el centro de todo,
mis padres, mis hermanos,
nuestros inocentes crímenes y yo.
La casa con sus muebles y libros
todo lo guardaba.
Y alargando la mano hacia nosotros
estaba el mundo
—sólo mis padres parecían notarlo—.
De tarde en tarde,
para olvidar el canto de los pájaros en celo,
yo me recostaba sobre una manta y leía.
El brillo de esos cantos permanece.
La culpa que late en un costado del corazón,
permanece.
Jardín. Casa. Jardín.
Ese país ya no es mío.