LA BARONESA LIBRERIA
Instalaciones de la memoria nos da a presentir que lo que allí sucedió fue demasiado, y las huellas que no terminan de desaparecer dicen esa demasía. Sus páginas portan la intensidad visual de las ausencias, el sentido contenido en las letras que se hacen lugar en el silencio. En este trabajo de Verónica Zondek y Patricio Luco, el lenguaje se desplaza, cruzando marcos sin ventanas, en medio de un paisaje de viento y polvo, rodeando guijarros cuyas sombras se secan al sol. Las imágenes no son aquí mero registro de lo que “se ve”, y tampoco las palabras se limitan a señalar lo que “está,” porque su asunto es más bien esa desnuda cotidianidad que ya no presta domicilio a ambiciones, sueños y pesares hoy extintos. Sin embargo entre las piedras, adherido a los metales desvencijados y a maderos que resisten al viento sin por qué, ha quedado el murmullo de lejanos afanes, las ansias de quienes luchaban por mantenerse entre las cosas, en la aspereza de los días.
Instalaciones de la memoria nos da a presentir que lo que allí sucedió fue demasiado, y las huellas que no terminan de desaparecer dicen esa demasía. Sus páginas portan la intensidad visual de las ausencias, el sentido contenido en las letras que se hacen lugar en el silencio. En este trabajo de Verónica Zondek y Patricio Luco, el lenguaje se desplaza, cruzando marcos sin ventanas, en medio de un paisaje de viento y polvo, rodeando guijarros cuyas sombras se secan al sol. Las imágenes no son aquí mero registro de lo que “se ve”, y tampoco las palabras se limitan a señalar lo que “está,” porque su asunto es más bien esa desnuda cotidianidad que ya no presta domicilio a ambiciones, sueños y pesares hoy extintos. Sin embargo entre las piedras, adherido a los metales desvencijados y a maderos que resisten al viento sin por qué, ha quedado el murmullo de lejanos afanes, las ansias de quienes luchaban por mantenerse entre las cosas, en la aspereza de los días.